Hablar de Juan Formell es sumergirse en la historia viva de la música cubana, en un universo rítmico que marcó a generaciones y sigue latiendo con fuerza. Formell no solo fue un virtuoso del bajo, sino también un visionario que revolucionó la música popular cubana, llevando su sonido a lugares impensados y rompiendo esquemas con su ingenio y pasión.
Desde su juventud, Juan Formell sintió una atracción especial por el bajo, ese instrumento que, aunque discreto en apariencia, sostiene la esencia y el alma de cualquier conjunto musical. Formell supo darle al bajo una voz propia, transformándolo en un protagonista dentro de sus composiciones y en un motor rítmico que resonaba más allá de lo habitual.
Con su llegada a Los Van Van en 1969, el panorama musical de Cuba cambió para siempre. Su estilo de tocar el bajo, innovador y cargado de swing, dio vida al «songo», un género que él mismo ayudó a definir. Formell reinventó la música tradicional, mezclando elementos del son cubano, el jazz, el rock y hasta el pop, siempre con el bajo como eje central. Sus líneas melódicas, precisas y creativas, eran capaces de hablarle al corazón y a los pies de cualquiera que las escuchara.
El bajo, en manos de Formell, dejó de ser un simple acompañante para convertirse en el alma que marcaba el compás de sus historias. Canciones como «La Habana no aguanta más», «Sandunguera» o «Por encima del nivel» son testimonio de su capacidad para fusionar tradición y modernidad, creando un sonido que aún hoy sigue siendo inconfundible.
Más allá de su talento musical, Formell era un contador de historias. Sus letras, cargadas de humor, crítica social y poesía, se complementaban a la perfección con su inconfundible estilo de bajo, demostrando que la música puede ser al mismo tiempo divertida y profundamente reflexiva.
Juan Formell dejó un legado imborrable, no solo como director de Los Van Van, sino como un auténtico apasionado de su arte. Su relación con el bajo fue mucho más que técnica; fue un diálogo constante, un intercambio de emociones y un reflejo de su alma creativa.
Hoy, su música sigue sonando en cada rincón donde alguien desea bailar, reflexionar o simplemente dejarse llevar por las vibraciones de un bajo que, en manos de Formell, nunca dejó de cantar. Él nos enseñó que la verdadera pasión no tiene límites y que, con amor y dedicación, un instrumento puede ser mucho más que un objeto: puede ser una extensión de la vida misma.
Juan Formell fue, y siempre será, un maestro del bajo y un eterno innovador de la música cubana.