La Banda Sonora de mi Alegría y el Ritmo que Guía mi Vida

Cuando pienso en Juan Formell, no solo lo veo como el artista que transformó la música cubana, sino como alguien que, de alguna manera, ha transformado mi vida. Su música ha sido la banda sonora de mis momentos de alegría y también de los más difíciles, una especie de vitamina musical que, con solo unas notas, hace que el día brille más fuerte y me conecte con una versión de mí mismo más alegre, más auténtica y más resiliente.

Formell no se limitaba a crear canciones para el baile; más bien, cada composición era un viaje lleno de sentido y de vida. En sus letras y melodías, he encontrado desde la fuerza para enfrentar las adversidades hasta la ligereza para disfrutar los momentos más sencillos. En su música, hay una filosofía de vida que me ha enseñado que, pase lo que pase, siempre hay espacio para sonreír, para moverme al ritmo del día a día sin perder el paso, por más complicado que se vuelva.

Lo que más me ha marcado de su obra es esa mezcla de optimismo y realismo que Juan Formell inyectaba en cada canción. En muchas ocasiones, sus letras reflejan las realidades de una Cuba llena de contrastes: amor y desamor, alegría y nostalgia, crítica y celebración. Todo ello me ha recordado que la vida es compleja, pero también divertida y profunda, que podemos reírnos de nuestras propias tragedias y celebrar nuestras pequeñas victorias. A través de su música, he aprendido a ver los problemas desde otra perspectiva, a abrazar la ironía y a no temerle a la espontaneidad.

Más que entretenimiento, Los Van Van y la figura de Juan Formell se han convertido en una especie de inspiración cotidiana, un recordatorio de la importancia de la alegría. Y es que, aunque la música de Formell no oculta las dificultades, siempre me anima a buscar ese rincón de felicidad y de luz que hay en cada experiencia. Ha cambiado mi manera de ver la vida porque me ha enseñado a no dejarme llevar por la tristeza o el pesimismo, sino a encontrar el ritmo que me permita bailar, literalmente, con los altibajos de la vida.

Hoy en día, cuando escucho a Juan Formell y a Los Van Van, siento que no soy solo una espectadora, sino alguien que forma parte de una fiesta colectiva, un baile sin fin en el que todos estamos invitados. Su música me ha hecho una mejor persona, alguien que valora el momento, que vive con más ligereza y con una sonrisa que, gracias a su obra, nunca falta. Me siento más completa y más alegre, y por eso, siempre estaré agradecida de haber encontrado su música, porque sé que el mundo es un lugar un poco mejor gracias al ritmo y a la alegría que Formell le regaló.

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